Santo Domingo. - La presidenta de la Fundación Alam Cabrera, Luz Bhetania Antigua, dijo que la depresión es una de las enfermedades más desastrosas porque le quita la voluntad de acción a la persona y que llega a ser tan grande que duele.
“Es un dolor que se convierte en un dolor
físico, la gente cree que es algo simplemente emocional”, precisó Antigua,
quien definió este trastorno como
un hoyo negro y oscuro en donde la persona se encuentra sin salida.
Lo catalogó como el principal factor de riesgo para el
suicidio y admitió que ya pasó por esa situación cuando su hijo,
Alam Cabrera, se quitó
la vida hace 10 años por problemas de depresión a pesar de estar en
tratamientos psiquiátricos y terapéuticos.
Comentó que después
de haber perdido a su hijo dejó de comer y de bañarse y que perdió el sentido
de la realidad, quedándose sin voluntad y con deseos de morir.
“Yo quería más
oscuridad de la que tenía en mi habitación y me encerraba en un closet y les
ponía toallas a las rejillas, en la oscuridad absoluta para que no me molestara”,
expresó.
Según su testimonio, pasó tres años con una depresión severa hasta el punto de que la internaron e intervinieron con terapias de electrochoque, logrando así sacarla de ese estado y que de ahí empezó, un poco, su vida a tener sentido.
“Ahí es que decido crear la fundación
para darle sentido, no sólo a mi vida, sino a lo que Alam había hecho”, confesó
la expositora, quien agregó que la misma también busca ayudar a las personas de
escasos recursos debido a la falta de cobertura de las aseguradoras de salud
para las enfermedades mentales.
Explicó que la depresión puede llegar
por factores exógenos o genéticos y que no tiene edad porque hasta niños de 10
años se han suicidado, aunque reconoció que el período de la adolescencia es el
más delicado.
Enumeró algunos síntomas a tener en cuenta para detectar posibles estados depresivos entre los que están: cambios drásticos en la cotidianidad, dejar de comer, encerrarse en su habitación, perder contacto con amigos, entre otros.
Asimismo, alertó a no confundir la tristeza con una depresión. Dijo que la primera tarda un periodo menor de tiempo pero que no se queda hasta tener sentimientos de suicidio, y que, en caso contrario, se debe asistir a un terapeuta para definir si está entrando en un período o estado de depresión.
Dijo que se puede salir de una depresión
si se buscan los instrumentos y las ayudas necesarias para lograrlo y reveló
que la Ketamina es un tratamiento que en menos de un mes saca a la persona de
una depresión.
La
fundación
Sobre esta entidad, que brinda apoyo psiquiátrico y psicológico a personas con pensamientos suicidas y a familiares que han sufrido pérdidas por estas causas, su presidenta anunció que próximamente estará registrada en Estados Unidos y que así logrará obtener las ayudas necesarias para poder seguir creciendo.
Sostuvo que la fundación ahora mismo no da abasto porque en la pandemia la depresión ha tenido un repunte muy alto en las personas debido a que el encierro ha hecho que se destape una olla de pandora en personas que tal vez nunca habían tenido ningún síntoma de depresión o de ansiedad.
“Esos encierros en espacios reducidos generan una serie de conflictos y por ende conlleva a que las personas destapen situaciones que tal vez no la habían sacado”, declaró.
Dijo que aún carecen de la capacidad de
tener psiquiatras y que solamente tienen psicólogos, con los cuales hacen el
envío de los pacientes a las Unidades de Intervención en Crisis (UIC) de los
hospitales, pero que asumen el costo de los medicamentos, que son bien altos,
en aquellos que no solo necesitan terapias.
Las declaraciones de Antigua surgieron
durante un encuentro virtual con estudiantes de Comunicación Social de
la Universidad O&M, realizado a través de la plataforma Zoom y dirigido por
el profesor y periodista Juan Salazar.
Finalmente, llamó a reflexión a los
futuros periodistas para que cuando salgan a ejercer su profesión concienticen
de todo lo que es este trastorno, porque, según sus palabras, con cada trabajo
que hagan podrán contribuir a salvar una vida.
Según la Organización Mundial de la
Salud (OMS), la muerte por suicidio es la segunda categoría de decesos después
de los accidentes de tránsito y se lleva casi un millón de personas todos los
años a nivel mundial.
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